Fotos: Cortesía OCV Ixtapa Zihuatanejo
Efectivamente, ya sea que se elija a uno o a otro para pasar unas agradables vacaciones, debemos tener en cuenta que se trata de dos destinos en uno. De entrada, la simple idea resulta tentadora, pero todo cobra sentido cuando nos damos cuenta de que son dos lugares totalmente diferentes entre sí, y cuya complementariedad no admite discusión alguna.
Por un lado, Zihuatanejo es, sin duda, la cara más cautivadora de esta pareja. El antiguo pueblo de pescadores representa la originalidad, lo genuino, la parte de ese México idílico que todos tenemos en la mente y que tanto emociona a turistas nacionales y extranjeros, ideal para enamorarse de lo auténtico. Esta es precisamente la virtud de este lugar, haber apostado, en los albores del siglo XXI, a seguir siendo lo que siempre ha sido, un pequeño poblado, orgulloso de sus raíces, rincones, colorido, y de todo aquello que lo identifica.
Del otro lado encontramos a Ixtapa, separado únicamente por 8 kilómetros; aquí es donde están los grandes hoteles, los restaurantes, la vida nocturna, el movimiento, la algarabía, es decir, una microciudad dotada de la infraestructura necesaria para satisfacer la demanda de los viajeros y darles todas las comodidades; entre ellas, hoteles para todo tipo de gusto y presupuesto, además de dos campos de golf, Palma Real y Marina Ixtapa, el primero diseñado por Robert Trent Jones.
Aunque al principio pudieran parecer antagonistas, esta enorme diferencia, lejos de provocar su alejamiento, ha creado una perfecta simbiosis que encanta a los visitantes, tanto a aquellos que buscan la calidez y originalidad del pequeño Zihuatanejo, como a los que prefieren las comodidades de un lugar perfectamente estructurado, como Ixtapa, con un amplio abanico de opciones de hospedaje, aunque, dicho sea de paso, Zihua, como lo conocen los locales, también ofrece atractivas alternativas de alojamiento.