El relato comienza como otros tantos, con silencios pausados haciendo las veces de puente entre pensamientos; una muletilla, una mirada hacia un lado para estimular la memoria y hacer regresar esos recuerdos de la niñez tan frescos como el día en que sucedieron… “Palenque no era ni de lejos lo que es hoy, era un pueblo muy pequeño, prácticamente aislado, muy poco se sabía de él en todo México; fue hasta el descubrimiento de la tumba de Pakal cuando comenzamos a cobrar notoriedad.”
La voz pausada de aquel hombre se entremezcla con el ruido de los cubiertos y el de las mesas alrededor; es la hora de la comida y el mejor momento para hacer una entrevista improvisada… “Lo más memorable de esos años son los murales de Bonampak pintados en la pared de la sala de un amigo de la infancia; en ese entonces no sabía bien a bien de qué se trataba, pero con los años aprendí que uno de los elementos más representativos de esta ciudad es y será siempre la cultura.”
Se trata del Lic. Diógenes Estrada Contreras, Presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles de Palenque, un oriundo enamorado de su ciudad y de la cultura emanada por ella, pero también, uno de tantos convencidos de que… “Es en sí mismo, una extraordinaria amalgama de elementos culturales y naturales que, en conjunto, resultan muy atractivos para cualquier turista y lo convierten en un destino absolutamente singular en todo México.”
Y continúa vehemente: “Por una parte, cuenta con una hipnótica atracción propia de la selva, un ecosistema que pocos entendemos y estamos acostumbrados; el simple hecho de pisarla, escucharla y explorarla, es adentrarse en un mundo enigmático y cautivador. Por la otra, están la ancestral cultura maya, que tiene su máxima expresión en los sitios arqueológicos de Palenque (la cuarta zona arqueológica más visitada de todo el país), o Yaxchilán, un lugar que si bien no es tan mencionado, rivaliza con muchas otras áreas arqueológicas, cada uno con singularidades y diferencias muy marcadas.”
Y ya se hable de la magnificencia de Palenque o de lo aventurado que resulta llegar a Yaxchilán (luego de una travesía de horas en bote a través de las aguas del río Usumacinta, partiendo desde la comunidad de Frontera Corozal), resulta difícil describir la sensación de admiración del visitante al estar ante estas antiguas ciudades mayas enclavadas en el corazón de la selva, cuyas comunidades son sin duda la más pura expresión del inmenso legado cultural del estado de Chiapas, manifestaciones vivas que seducen al visitante, ya sea mexicano o extranjero, cautivándolo a través de sus costumbres, tradiciones y lengua, legado de una de las civilizaciones más famosas y estudiadas de todo el mundo; aquí, aún es posible escucharla en voz de quienes son herederos de esta tierra; el maya suena suave y en muchas comunidades rivaliza con el español, en otras, es la única forma de comunicación.